lunes, 4 de febrero de 2013

Carta a un escritor/a.

Necesito descubrir ésto.
No es cuestión de deseo o curiosidad. Es cuestión de necesidad.
¿Cómo hago para escribir lindo?
Quizá no me explico bien, creo que no me estás entendiendo. Una cosa es escribir bien, sin faltas de ortografía ni errores gramaticales demasiado brutos; distinto (muy) es escribir lindo.
Me vas a decir que es un talento, que no nos viene de fábrica a todos. Es muy probable que tengas razón, pero considerando que no tengo ganas de creer que la tengas, buscaré alguna alternativa menos funesta.
Aprendí a manejar a los dieciséis, pero obtuve el permiso legal recién a los dieciocho, en mi obstinación de no pedir el favor de la firma a mi padre. A los veintidós me compré un auto, y concluí en muy poco tiempo que ser conductor es escandalosamente más placentero que ser pasajero (cosa que ya me gustaba mucho). Elegir el camino, según mi comodidad o según la comodidad de mis pasajeros, según la rapidez, o incluso según mi estado de ánimo. Más tarde descubriría que la sensación se multiplicaba con una moto, pero eso es harina de otro costal.
Volviendo: esa misma sensación tengo al leerte. Disfruto como pasajero de tus historias, mirando el paisaje de tus poemas y sintiendo el andar de la narración contra el asfalto digital.
Pero el gozo se vuelve amargo al terminar de leer.
Aclaremos antes de continuar que la amargura tiene que ver con el desencanto conmigo mismo y con mi intrínseca imposibilidad de ser completamente feliz. De nada tenés la culpa vos y tus maravillosos escritos-viajes, y en nada disminuyen el infinito placer al leerte. Y a veces al releerte.
Entonces me pregunto una y otra vez; "¿Y si manejo yo?".La lógica debiera funcionar... "Si soy tan feliz al leer; cuán feliz seré al escribir!". Pero nada funciona igual en este mundo invivible, porque no sé ni dónde va la llave para poner en marcha.
Tanta pena sólo se aprecia en contraste con una enorme felicidad.
No se manejar.
No se escribir lindo.
Me gusta suponer que estoy en buen camino al saber disfrutar de lo que leo. Erróneamente por supuesto. Últimamente ya no confío en que mi gusto sea sólo mío.
Te parecerá ambicioso que anhele tu talento. Sería más propio decir desubicado.
Si asumo que manejar se parece a leer, tanto como se parecen las sensaciones de un viaje y una lectura, tendré que practicar para mejorar. Cambiaré de vehículo, buscando el que mejor me haga sentir, igual que una señorita cambia su vestido hasta gustarse a sí misma lo suficiente como para robar el aire en primera vista a su cita.
Hasta entonces te pido que me tengas paciencia y que sigas escribiendo.
Yo mientras practico. Practico y vivo, porque de nada sirve el mejor auto y el mejor piloto, si no se tiene combustible.